«Una versión futurista de Parsifal, la última ópera compuesta por Richard Wagner, ha inaugurado este sábado la tercera temporada del Palau de les Arts de Valencia, en una noche en la que los aplausos más cálidos han sido para el director Lorin Maazel al frente de la Orquesta de la Comunitat Valenciana.
El cineasta Werner Herzog, responsable de la dirección de escena, ha prescindido de las referencias a la España gótica y a los elementos que marcó Wagner en el libreto y ha optado, en el primer acto, por una escena fría, con paredes montañosas blancas, unas estilizadas torres metálicas y una parabólica como elementos recurrentes de un espacio futurista que recrea los dominios de Monsalvat.
Efectivo y espectacular resultó el tránsito al interior de la fortaleza, con el despliegue de la estructura móvil y la cúpula de grandes dimensiones que custodia el grial, el cáliz que utilizó Jesucristo en la última cena y que reproducía el que se conserva en la Catedral de Valencia.
El castillo del mago Klingsor, en el segundo acto, se presentó como un paisaje volcánico y sin ninguna referencia a la magia negra. La transformación en jardín mágico se realizó a través de efectos de iluminación (en tonos rojo pasión) y para su destrucción se volvieron a utilizar con eficacia los recursos mecánicos.
El gran triunfador de la noche fue Lorin Maazel, que realizó una brillante dirección, apasionada y vehemente, que logró sacar momentos de gran emotividad a una orquesta que rindió a gran altura. Con 78 años, el director franco-americano dio muestras de gran vitalidad y mantuvo la tensión durante las más de cuatro horas que dura la representación.
El tenor Christopher Ventris (Parsifal), con una actuación correcta pero sin llegar a entusiasmar, supo evolucionar desde la simpleza de un "joven necio y puro", tal como decía la profecía, a la fuerza dramática del héroe que salva la orden del Grial. La soprano Violeta Urmana (Kundry) exhibió su potencia vocal, con seguridad en los agudos y firmeza en los registros más bajos, en especial durante la escena de la seducción de Parsifal del segundo acto, ya que en el tercero Wagner la relegó a dos gritos y dos palabras ("servir, servir").
Muy ovacionados también fueron el bajo Stephen Milling, que encarnó a un Gurnemanz con un registro amplio y contundente, y el bajo-barítono ruso Evgueni Nikitin, que fue un rey Amfortas agónico y permanentemente herido al que el público premió por su habilidad vocal.
El coro de la Generalitat mantuvo su alto nivel habitual, logrando momentos de gran espiritualidad como en las escenas de la adoración del Grial, bien acompañado por la escolanía de la Virgen de los Desamparados. La parte técnica de la ópera se completó con la escenografía de Maurizio Balò, el vestuario de Franz Blumauer y la iluminación de Guido Levi.
Con Parsifal, su última ópera, Wagner abandonó los elementos paganos que habían caracterizado la tetralogía del Anillo del Nibelungo y planteó el tema de la redención humana a partir de los planteamientos cristianos, con claras referencias a la eucaristía, y el bautismo. Eso supuso también su alejamiento definitivo de Wagner con el filósofo Nietszche.»
Notável este Parsifal, ao que parece, bem cantado e dirigido!
Do elenco, conheço bem Urmana, que vi como Judith (O Castelo de Barba Azul) e, justamente, Kundry, em 2001, no Met. Embora não tão carismática como Meier - a melhor Kundry de que há memória -, em matéria de prestação vocal, a cantora lituana foi estupenda.
(Violeta Urmana, como Kundry)
À época, Violeta Urmana hesitava entre mezzo e soprano, tendo optado, já recentemente, por este último registo.