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segunda-feira, 9 de novembro de 2009

Os Troianos de Valência


(ensaio geral de Os Troianos, Valência - Palau de les Arts, Novembro de 2009)

O "dedinho" dos catalães La Fura dels Baus nunca me levou à certa. Será a vertente iconoclasta dos senhores a que mais me repugna. Às vezes, acho-os pouco mais que crus ou primitivos.

Em matéria de encenação operática, os La Fura têm feito história, reconheço: La Damnation de Faust (Salzburgo) e Der Ring (Valência).

No Palau de les Arts de Valência, Berlioz foi levado à cena pelos catalães e dirigido por Gergiev. Eis a crítica deste Os Troianos:

«Valencia apuesta por la operascope, el espectáculo de gran formato, acorde con el gigantismo de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. A la Tetralogía wagneriana del verano ha seguido ahora el estreno de Los troyanos, inaugurando la tercera temporada del ovni que Calatrava plantó en el lecho del Turia. De nuevo para dirigir este montaje se ha recurrido a la más galáctica de nuestras compañías, La Fura dels Baus, sección Carlus Pedrissa, que está que se sale de la estratosfera: próximamente tiene cita en la Scala con un Tannhäuser dirigido por Mehta. Es decir, que el gran formato no es una exclusiva valenciana, sino una estrategia de mercado: cada vez más los montajes líricos nacen digitalizados para su posterior comercialización en las pantallas. Lo cual es legítimo siempre que no se ahogue el directo en la sopa tecnológica.

La traslación de la Eneida berliozana al mundo de la astronáutica no crea mayores problemas: finalmente las epopeyas antiguas y las de la ciencia-ficción se tocan en la común distancia del presente. Pero siendo el espacio, de 2001 a Alien, el principal referente estético, no es el único: hay también mucha alusión a la pantalla de ordenador, al cómic y hasta a los muñequitos de Playmobil. La obra permite esta operación, pues está concebida como una sucesión de números cerrados, muy al gusto de la grand opéra de mediados del XIX. Arias, dúos, tríos, quintetos, octetos, enormes escenas corales, interludios orquestales, cuadros coreográficos: no hay combinación que se le resista al gran orquestador Berlioz, superior a Wagner en esto, aunque ciertamente inferior como compositor dramático. El tercer acto de Los troyanos pega un bajonazo obvio y el montaje se resiente de la deficiencia estructural: hay cuadros de una enorme intensidad y belleza, como el de la matanza de las mujeres troyanas o el del palacio de Dido, que recuerda a un acelerador de partículas, junto con otros más discutibles, como el campamento de tiendas Decathlon de los troyanos o unos números coreográficos francamente pobres. Pedrissa provocó alguna contestación al final. Poca cosa, pues a esa hora, pasada la una de la madrugada, se habían registrado notables deserciones en la sala.