domingo, 27 de abril de 2008

Abbado by Abbado

Vá-se lá saber por que razão, por estas bandas, passámos da exaltação dos intérpretes líricos à dos Maestros. Bem, em rigor, eu sei a razão da mudança, mas guardo-a para mim!

Desta feita, a vénia desenha-se diante de Cláudio Abbado, cujo trabalho muito admiro (desde que não se trate de lírica mozartiana, território onde o milanês não cessa de me desagradar!)

«(…)
ha encontrado un gran complemento a su ciclo dedicado a Beethoven, con el Fidelio como mayor atractivo. Una ópera con referencias españolas que explora a fondo el anhelo de libertad. Él no la había interpretado nunca, pero deseaba hacerla desde siempre. “Como Boris Godunov o Tristán e Isolda, son obras que me han fascinado continuamente. Lo mejor en el caso de Fidelio es abordarlo sin prisa, con humildad, modestamente. Así descubres que es una partitura revolucionaria, moderna, la primera gran ópera dramática después de las aportaciones de Mozart y Haydn”.

(…)

sobre todo en la Filarmónica de Berlín, donde sustituyó a Herbert von Karajan entre 1989 y 2002. Para los músicos, aquello fue cambiar de la noche al día. Regresar de una era dictatorial donde lo único que importaba era el culto a la personalidad del director a una relación abierta y participativa con otro personaje radicalmente distinto. “A mí Karajan me trató siempre con mucho respeto, fue muy gentil y era un gran músico, sobre todo con compositores como Richard Strauss”, recuerda.

Pero los miembros de la orquesta sí que notaron el cambio. “Mi puerta estaba siempre abierta y se sorprendían cuando les decía: ‘No me llamo maestro, me llamo Claudio”. Fue seduciéndoles con un método infalible. “Alenté que las grandes decisiones salieran de ellos, yo no les impuse nada, aunque también es verdad que no acordaban nada que a mí me desagradara”, dice, con cierta sorna misteriosa.


Así se obró toda una revolución en la orquesta más prestigiosa del mundo. Con una nueva y desconocida diplomacia. Justo lo que no ocurría en el podio que Abbado dejó para irse a Berlín. La Scala pasó a tiempos más rígidos con quien le sustituyó: Riccardo Muti. Éste impuso un régimen de hierro, a la antigua usanza, en el teatro milanés que acabó pagando con los años, enfrentado él solo con toda la orquesta. Su rivalidad ha sido una de esas historias azuzada constantemente entre el público y los medios italianos. “Cosas de la prensa”, dice Abbado. Pero lo sorprendente ahora es lo anunciado hace apenas un mes en el diario La Repubblica. Una paz más que constructiva y una futura colaboración entre las orquestas que dirigen hoy ambos

(Claudio Abbado)

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