(Salvatore Licitra)
Não tive muitas ocasiões para assistir, live, às performances de Licitra. Recordo, contudo, o seu Manrico, em Lisboa, em 2002. À época, as expectativas eram elevadíssimas, mas foi a Leonora de Katia Pellegrino quem mais me impressionou... O Manrico de Licitra brilhou, sem dúvida, mas faltou-lhe a cereja! Doravante, não tive mais encontros com o desafortunado Salvatore.
Contudo, parece-me injusta e imprecisa a identificação de Licitra com Pavarotti! O segundo era, sobretudo, um belcantista, que tarde enveredou pela linha verdiana. Licitra – esse – era um lírico-spinto.
A identificação de um com o outro decorre – penso – da substituição de Pavarotti por Licitra, na célebre récita de Tosca – no Met -, que marcou a afirmação explícita de Salvatore Licitra.
Que descanse em paz...
Italia, su patria sentimental, lo conoció en el año 2000. Riccardo Muti dirigía a la orquesta desde el pódium de la Scala de Milán y sobre el escenario todo estaba preparado para una Toscamás. Pero salió un tenor diferente, una voz que los milaneses no habían escuchado nunca, y desde entonces Italia sintió un especial apego por Salvatore Licitra, un cantante al que muchos han visto como el heredero de Luciano Pavarotti, muerto en 2007. El debut en la Scala se había producido un año antes, también de la mano de Muti, con una versión de Il Trovatore avalada por el director que dividió a la platea en sorprendidos y ofendidos.
Licitra pudo confirmarse como uno de los cantantes italianos más interesantes del momento cuando el mismo Pavarotti le dio su oportunidad dos años después. De nuevo se representaba Tosca, esta vez en el Metropolitan de Nueva York, pero con un reparto capitaneado por Luciano Pavarotti. Sin embargo, la suerte quiso que el gran tenor italiano no pudiese enfundarse el traje bohemio del pintor Mario Cavaradossi por una indisposición, y a Licitra le llegó su momento. El joven tenor dio a la ópera de Puccini un toque humano, destapó las emociones de una ópera romántica representada hasta la saciedad y los neoyorquinos supieron ver en él un sustituto a la altura. Una vez terminada la función, el público del Met le dedicó una ovación de varios minutos.
Los veroneses tampoco le olvidan. Allí debutó en 1998 en el festival que cada año viste de teatro la Arena di Verona, y en el que interpretó por sorpresa la ópera de apertura del festival. La elección esta vez fue Un ballo in maschera, obra que le había hecho subirse a los escenarios meses antes en el Teatro Regio de Parma. Verona, que siempre ha tenido una relación estrecha con la música de Verdi y con la ópera más clásica, le dio la confianza necesaria para que, años después, supiera afrontar la Tosca de la Scala.
Uno de los que más ha sentido la muerte del tenor, por ser más amigo que compañero de Licitra, ha sido el director Riccardo Muti. Inmerso en una gira con la Chicago Symphony Orchestra, el director italiano ha recordado desde Viena al tenor. "La noticia de la prematura marcha de Salvatore Licitra me tiene consternado. Era un artista que al que me ligaba una afectuosa amistad madurada en muchísimas colaboraciones en el teatro y en algunas grabaciones", ha comentado Muti a Il Corriere de la Sera.
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